Playero rojizo

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Apenas poco más de doscientos gramos de peso. Un compendio de carne, plumas grasa y cartílagos con un adn particular que los empuja todos los años a recorrer América de norte a sur y de sur a norte. Más de 30.000 kilómetros en un largo periplo que lleva a esta pequeña ave desde la tundra ártica hasta Tierra del Fuego, durante el invierno boreal, para luego regresar hacia el norte cuando nuestro verano empieza a languidecer

La travesía se puede empezar a contar en el extremo sur de la Argentina, a mediados de febrero, y se extiende hasta el norte de Canadá, a donde el playero llega en junio. Entre octubre y noviembre emprende el regreso, para luego volver a empezar.

Nadie determinó a ciencia cierta el porqué de tan largo viaje, pero se han determinado algunas escalas que resultan vitales para estos animalitos.  Durante sus desplazamientos hacia el norte, el Playero Rojizo utiliza diferentes áreas de la costa argentina como sitios de parada: el estuario de Río Gallegos, Península Valdés , San Antonio Oeste, Punta Rasa y Bahía Samborombón. Otras paradas fundamentales la realizan en el norte brasileño y en la Bahìa Delawere en Estados Unidos.

Son capaces de volar màs de 3 mil kilómetros sin realizar ninguna parada y se han registrado vuelos excepcionales del doble de distancia que pueden durar hasta tres o cuatro días sin parar a repostar. 

Pero lo que sorprende no son sólo las grandes distancias que transitan sin detenerse a descansar, sino la velocidad con la que lo hacen. Desde la isla de Tierra del Fuego hasta San Antonio Oeste, que es la primera etapa del viaje, hay casi 1500 kilómetros y hay registros de un playero que salió un 11 de marzo y llegó el 13 del mismo mes. Es decir que recorrió 1500 kilómetros en dos días».

Para llevar a cabo tan largas migraciones, estas pequeñas aves requieren cantidades fenomenales de alimentos ricos en energía, que pueden almacenar, aumentando su grasa corporal y utilizándola como reserva de energía durante el viaje. En algunas de sus paradas para repostar, casi duplican su peso, una hazaña metabólica que probablemente provocaría que cualquier humano que lo intente se enfermase de gravedad, pero que transforma a los rojizos en uno de los acumuladores y consumidores de energía más rápidos y eficientes del reino animal. Es decir, a lo largo del camino se atiborran de pequeños mejillones y almejas, huevos de cangrejo herradura, y gusanos de mar, juntando energía para los vuelos que tienen por delante, quemándola al volar, y luego recargando.

La reproducción

Semejante travesía anual la realiza con un solo fin: reproducirse. Para eso elige el Ártico, una de las zonas más frías del mundo. Allí copula y arma los nidos en los que incubará sus huevos y cuidará a sus crías hasta que puedan valerse por sí mismas.

La tundra ártica canadiense con su amplitud, su escasez de depredadores y parásitos conjugada con la abundancia de insectos es la zona perfecta para la nidificación, puesta de huevos y cría de juveniles.

A comienzos de la temporada de cría, el macho vuela en círculos sobre el territorio, se cierne batiendo las alas con rapidez y luego planea mientras emite silbidos suaves. La hembra puede volar alrededor del territorio junto con el macho. En el suelo, el macho se exhibe con las alas elevadas y arman el nido en el suelo en tundra abierta, por lo general cerca del agua. El nido será escarbado a poca profundidad y recubierto con hojas, liquen y musgo.

La hembra pone 3 o 4 huevos. De color verde oliva pálido, con pequeñas manchas marrones. La incubación la realizan ambos sexos (aunque puede que el macho se ocupe más) y dura 21 o 22 días.

Las pequeñas crías abandonan el nido inmediatamente después de la eclosión y comienzan a alimentarse solas. Al comienzo, ambos padres cuidan de los jóvenes, pero la hembra se retira antes de que estas tengan la edad suficiente para volar. Los nóveles playeros pueden volar alrededor de los 18 o 20 días luego de la eclosión y se vuelven independientes aproximadamente a los dos meses cuando inician su primera migración.

El playero y los recursos

Otra de las peculiaridades de esta especie es la sincronización entre su migración y la abundancia de recursos. En la Patagonia solo elige unas pocas playas, como las de la península de Valdés o San Antonio, para alimentarse.  ¿Por qué estas playas? Los investigadores descubrieron que son únicas, ya que tienen una densidad de almejas 20 veces mayor de lo normal. Sin embargo el playero usa esas paradas solo en su viaje hacia el norte, porque  ese es el momento del año en que las almejas son más nutritivas. En estas playas consigue suficientes reservas de grasa para continuar su ruta hasta las paradas siguientes. Antes de partir, descansa y adapta nuevamente su cuerpo para el vuelo. En algunos tramos de su migración recorre casi 8000 km durante 6 u 8 días casi sin parar de volar. Si estuviera mal alimentado probablemente no llegaría al siguiente sitio de reabastecimiento.

En las llanuras formadas por la marea, busca alimento mayormente al explorar en el lodo con el pico; encuentra su alimento mediante el tacto. En zonas de reproducción secas de arena y tundra, busca alimento principalmente mediante la vista, recogiendo objetos de la superficie.

El Área Protegida Natural Bahía de San Antonio en Río Negro, Argentina, es el sitio de descanso más importante en América del Sur para los Playeros Árticos, ya que provee abundantes moluscos e invertebrados marinos que sirven de combustible a las aves antes de emprender la migración hacia el norte.

A la Bahía de Delaware (New Jersey) llega a mediados de mayo, justo en el momento en que el cangrejo herradura está desovando. Pasa unos 15 días comiendo sus huevos hasta duplicar el peso.

Finalmente, en el mes de junio el playero rojizo, junto con otras aves playeras, alcanza la tundra ártica. Se alimenta de semillas y hierbas mientras espera que las temperaturas permitan nacer a las arañas y los insectos.  Los machos llegan para el deshielo, defienden su territorio y seducen a las hembras. Anidan en el suelo, a tiempo justo para que sus pichones aprovechen el pico anual de insectos (Principios de junio y julio).  A la vez, éstos les proporcionarán la alimentación adicional requerida antes de reiniciar la migración hacia el sur.

Todo un perfectamente sincronizado mecanismo que vincula íntimamente la llegada de estas aves con la dinámica de sus presas en un momento y lugar preciso.

En peligro!

Sin embargo, a pesar de que soportan los extenuantes viajes y que las bandadas parecen enormes, los peligros que acechan al playero rojizo aumentan año tras año y ya los científicos han determinado que la población mantiene una curva descendente en la última década.

Y mucho tiene que ver la comida, factor fundamental para que puedan migrar tanto.

Es que, a medida que aumentan las emisiones de dióxido de carbono, el pH del agua de mar disminuye, y se reduce el contenido de aragonita, un mineral que las almejas, mejillones, ostras y vieiras necesitan para la construcción de conchas fuertes. Cuando el agua de mar aumenta su acidez, las conchas de estos animales se vuelven más pequeñas, delgadas y débiles, y sus larvas crecen más lentamente, y menos de ellas sobreviven para asentarse en el fondo del mar. Los mejillones son incapaces de aferrarse a sus hogares en las llanuras de mareas rocosas.

En un simposio de 2012, el Programa Internacional Geosfera-Biosfera, la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, y el Comité Científico de Investigaciones Oceánicas concluyeron con «gran seguridad» que los moluscos son «uno de los grupos más sensibles a la acidificación del océano». La acidez del océano está aumentando rápidamente, más de 10 veces más rápido que en cualquier momento de los últimos 55 millones de años, y posiblemente a un ritmo sin precedentes en los últimos 300 millones de años. Los playeros rojos no existían en ese entonces, no se benefician de una historia evolutiva de adaptación a estos rápidos cambios en la química del océano y los problemas que ocasionan a los moluscos que son su principal fuente de alimento en la mayoría de lugares a lo largo de su ruta migratoria.

También son afectados por el calentamiento global. Al final de la larga migración de los playeros se encuentra su lugar de nidificación: miles de millas cuadradas repartidas por toda la remota tundra ártica en la región central de Canadá, donde el verano es corto. Una abundancia de insectos, menos parásitos y menos depredadores compensan los enormes costos de la extenuante migración hasta aquí. La seguridad es especialmente importante: en una distancia representada por 29 grados de latitud, las posibilidades de sufrir el saqueo de un nido son un 65% menores. El calentamiento del Ártico pone en peligro dicha protección.

Sus migraciones implican grandes demandas energéticas y dependen de la disponibilidad y calidad del alimento en cada uno de los sitios utilizados como paradas de reabastecimiento. Cómo estas demandas influyen y determinan la fisiología de las aves en cada etapa migratoria, la selección de sitios y estrategias utilizadas durante la migración, tendrá consecuencias en la condición física y por consiguiente en la supervivencia de los individuos.

Por ello, se ha sugerido que, al ser migradores de larga distancia, los playeros rojizos podrían invertir menos recursos en maquinaria inmunológica que aquellos que realizan migraciones de cortas distancias. Esta hipótesis se basa en la idea de que las aves que realizan largos vuelos y que han pasado por varios cuellos de botella evolutivos han desarrollado un pobre sistema inmune, con lo cual están restringidos a utilizar ambientes con menor exposición a parásitos. En esta tesis se evaluó el efecto de los parásitos en los procesos fisiológicos relacionados con las inversiones inmunitarias y y energéticas nutricionales en sitios no reproductivos.

B95, el pàjaro luna

El ejemplar más conocido de la especie es uno anillado como B95 que es tan longevo que ha superado todas las expectativas. En sus travesías anuales desde el Ártico canadiense hasta Tierra del Fuego, en Argentina, se estima que ya ha volado una distancia que supera la existente entre nuestro planeta y la Luna.

 Fue anillado por primera vez en 1995, en Río Grande, cuando hacía poco que se había incorporado al grupo de investigadores que recorren el mundo siguiendo a las aves en estas enormes travesías y estudiando sus comportamientos.

La primera captura ocurrió el 20 de febrero de aquel año en la isla austral donde fue marcado con una banderilla anaranjada en la pata izquierda arriba, un anillo amarillo abajo y un anillo negro en la pata derecha, abajo.

Luego lo recapturaron en esa misma ciudad el 17 de noviembre de 2001 -cuando se le cambió la banderilla por la que dice B95-, el 27 de noviembre de 2003 y el 8 de noviembre de 2007.

También fue avistado varias veces en Delaware Bay, Estados Unidos, que es la última escala antes del Ártico en la migración al norte.

El color

Durante el cambio de plumas, las aves reemplazan gran parte o todas sus plumas. Las plumas viejas se desprenden y son reemplazadas por otras que salen de la piel. Para la mayoría de aves, el cambio de plumaje es un proceso gradual que dura un par de meses. Al comienzo de la muda el ave está en un sólo plumaje, por ejemplo el plumaje reproductor. A medida que avanza el cambio de plumaje y se van reemplazando las plumas, la apariencia del ave cambia. Hasta que la muda se completa, la apariencia del ave es una mezcla de dos diseños de plumaje. Esta diferencia puede ser muy marcada o muy sutil, dependiendo de la especie.

Las aves playeras tienen dos mudas al año: una completa y una parcial que no incluye las plumas de vuelo. Los playeros tienen dos estrategias para la muda completa: Cambian totalmente de plumas en su lugar de anidamiento antes de la migración o mudan sus plumas donde pasan el invierno boreal (que corresponde al verano del hemisferio sur).