En apenas dos semanas asumirán en todo el país las autoridades elegidas durante este ajetreado 2019. Presidente y vice de la república, senadores, diputados, la primera mujer elegida gobernadora en la provincia y también intendentes, concejales y comisionados de fomento, tomarán sus cargos.
En Río Negro se vivió un año cargado con una agenda electoral compleja, donde cada concejal, municipio o comisión de fomento fue importante en la constitución de un todo y ese todo fue la confirmación de Juntos Somos Río Negro como el partido político dominante en la escena provincial.
El 11 de diciembre próximo, a nivel municipal, siete de cada diez rionegrinos serán gobernados por dirigentes del partido de Weretilneck, tres de las cuatro grandes ciudades de la provincia están en manos de Juntos, sumando en total 18 municipios y 28 comisiones de fomento.
Pero hace apenas un año la situación era otra. La crisis económica del gobierno de Macri se agudizaba y el índice de actividad caía un 7,5% interanual, tras un año de incertidumbre encontraban a 900 metros de profundidad el malogrado ARA San Juan, mientras la final suspendida River vs. Boca se robaba toda la atención y la inflación buscaba -todavía busca- techo. En Río Negro el partido de gobierno parecía desconcertado. Sin un candidato que midiera bien en las encuestas, con la situación económica nacional «ayudando» al principal partido opositor y dirigentes propios apenas asomando la cabeza, sólo para ver que pasaba. El panorama lucía desalentador.
Pero antes de que termine noviembre del año pasado, el gobernador definió la estrategia que acabaría con JSRN como dueño político de Río Negro. Weretilneck dio un golpe sobre la mesa y decidió ser candidato y, sólo mostrando autoridad ante los suyos, las cosas comenzaron a acomodarse. Un mes después se definía la temprana fecha de las elecciones y el siete de abril, tras la judicialización de la candidatura, el rechazo de la corte y el corrimiento de la lista, Arabela Carreras se convertía en gobernadora electa. Ese fue el punto de partida de una concatenación de éxitos electorales de Juntos, que les permitió arrebatarle a Cambiemos Cipolletti y Viedma, dominar el ochenta por ciento de las comisiones de fomento, ganarle al Frente de Todos en Regina y San Antonio, retener Bariloche, instalarse como principal oposición en los pueblos en que no se logró la intendencia y tener representación en el congreso nacional por primera vez en su corta vida institucional.
El próximo la marea verde comenzará una etapa de gobierno distinto, donde aliados y 11 opositores buscarán acomodarse dentro de un esquema distinto, complejo como siempre, pero con un nuevo dueño: el partido crecido bajo el amparo del carisma y la astucia de Weretilneck que sueña en convertirse en un nuevo MPN.