Tanto la fiscalía como la querella coincidieron en solicitar una pena de 12 años de prisión para un oficial de la policía declarado culpable de tortura a un joven en Cipolletti. La defensa requirió ocho años, el mínimo previsto para este delito y el Tribunal dará a conocer su decisión el martes 16.
Según explicó el fiscal jefe que participó del debate, el propio Código Penal es la guía que se debe tener en cuenta para evaluar que monto de la pena que se debe imponer.
En cuanto a agravantes para la pena consideró que la principal es la extensión del daño provocado en la víctima. Al respecto mencionó que más allá de las consecuencias físicas que tuvo, había que tener en cuenta en particular las consecuencias sociales y psicológicas sufridas por el joven.
Además agregó que los motivos que llevaron a delinquir al acusado fueron provocar la humillación y el sometimiento de la víctima. Agregó que para lo anterior decidió incumplir la ley, aun teniendo formación como oficial de la policía tanto en los regímenes legales como en las sanciones penales, en derechos humanas y en la instrucción de sumarios judiciales.
Agregó en cuanto a su accionar tenía 34 sanciones administrativas dentro de la policía con una importante cantidad de días de arresto en su contra.
Por lo anterior, entendió que la pena a imponer para el caso en particular era la de doce años de prisión. La querella particular que representa a la víctima adhirió en todos los términos al pedido fiscal.
La defensa particular que asiste al acusado entendió que debía aplicarse el mínimo de la pena según la calificación legal del caso – ocho años de prisión – adelantando además que impugnaría el fallo.
Destacó el trabajo de su cliente dentro de la institución policial agregando además circunstancias personales que valoró como atenuantes a tener en cuenta respecto de la pena a imponer.
El tribunal colegiado que presidió el debate adelantó que procederá a la lectura de la sentencia el próximo martes 16 de agosto.
Se recuerda que el hecho llevado a juicio ocurrió en la madrugada del 17 de mayo de 20202, cuando la víctima junto a otro hombre ingresaron a una cocina de un templo religioso con intenciones de robar. En esos momento el acusado los escuchó e intervino dando la voz de alto, logrando reducirlos pero posteriormente – y ya encontrándose uno de ellos boca abajo – le introdujo un objeto accediéndolo carnalmente. Al hombre restante el acusado lo habría golpeado provocándole múltiples heridas.