Los loros barranqueros son las aves màs carcterìsticas de la Comarca Viedma-Patagones, sin menoscabar al resto de la impresionante oferta plumífera que viven o migran en estas tierras norpatagònicas.
A pesar de la belleza y del canto inconfundible del cardenal amarillo, de la extensísima migración del playero rojizo que une una punta con otra del globo terráqueo o de la empatía instantánea que genera el ñandú, el gigante alado que no puede volar, son los loros barranqueros en quienes primero pensamos cuando tenemos que aludir a un ave regional.
Es porque son muchos, chillones y colorinches acotaría de inmediato la mayoría de la gente, con un dejo de disgusto que indica que aun no los ha incorporado con agrado a nuestro paisaje y no los siente “tan nuestros”. Es que siempre han sido asociados a daños en los cultivos y se los ha perseguido de manera casi constante en todo el territorio argentino desde hace decenas de años. La especie ha acusado prontamente esa persecuciòn y se la empuja rapidamente hacia el status de especie amenazada.
Es que pesar que desde hace muchos años que están entre nosotros, haciéndose notar tanto a la mañana como al atardecer, sabemos todavìa muy poco de ellos, y es por eso necesario que sus hàbitos alimenticios, su ciclo reproductivo, los cuidados para con sus nidos y sus pichones, sus usos y costumbres, sean estudiados cientìficamente para profundizar los cuidados en el manejo de la especie. Además su desarrollo tiene que ser visto como tema de importancia en las escuelas primarias y secundarias de la ciudad para generar la empatìa necesaria que garantizará la supervivencia de la especie.
No se puede amar lo que no se conoce y no conocer a vecinos tan antiguos habla del desprecio con el cual tratamos el ambiente. Es hora de reparalo desde la educaciòn.
La colonia màs grande del mundo
En los acantilados que comienzan a escasos tres kilòmetros de la desembocadura del rìo Negro, hacia el sur, se encuentra la colonia de loros barranqueros màs grande del mundo que se extiende por màs de diez kilómetros y registra, segùn los últimos datos registrados por los biólogos, más de 35 mil nidos activos.
Ocupan las colonias uno o dos meses antes de poner los huevos, y van dejando su lugar de anidamiento gradualmente a medida que los jóvenes se independizan. Cavan sus nidos en las capas màs blandas de los acantilados de arenisca y si bien, las parejas (es una especie monògama) utilizan siempre el mismo, estos son alargados todos los años un poco. Los nidos tienen forma de un cilindro deprimido con el eje vertical, rectilíneos y perpendiculares a la pared o en forma de J, siendo la parte superior de la letra, la entrada al nido. En otros casos los ponederos se interconectan formando estructuras màs complejas. La profundidad de los mismos varìa entre los sesenta centìmetros y los tres metros y medio y es llamativo que las parejas siempre vuelven al mismo nido y sus pichones aniden tambien cerca, a metros de donde nacieron.
Sobre el suelo desnudo de la càmara de incubaciòn en el mes de octubre, la hembra pone entre dos a cinco huevos, de los que generalmente uno no sobrevive. Los barranqueros tienen un sistema reproductivo social y genèticamente monògamo, con intenso cuidado biparental de la nidada (el macho y la hembra trabajan alternadamente para cuidar y alimentar a las crìas).
Los problemas de la colonia
Si bien el loro barranquero es una especie audaz que vive en contacto cercano con los humanos, como lo demuestra la colonia urbana de Bahìa Blanca en los acantilados de la avenida Cabrera, por donde a diario circulan miles de personas sin tener casi en cuenta a los ruidosos vecinos, la masiva presencia de turistas y deportistas en El Còndor durante la época de reproducciòn y crecimiento de los pichones altera dràsticamente la vida de las aves.
Las popularmente conocidas playa El Faro y la “bajada de Picotto” son asiduamente visitadas cuando el calor empieza a hacerse notar esa masividad atenta contra la especie. En estas playas, los coches están autorizados a transitar, y cientos de conductoresestacionan a metros de los nidos más bajos de la colonia. En esta situación, los loros barranqueros adultos de varios sectores en la parte del kilómetro más al este de la colonia, pueden sólo alimentar a sus pollos cuando la marea está alta, que es cuando la gente y los vehículos desaparecen de la playa.
Es necesaria una protección legal que asegure la colonia contra la expansión de la villa de El Cóndor. Se deberìan prohibir o desalentar las construcciones en a de la vecindad de la colonia. Debe evitarse la construcción de un nuevo acceso de vehículos a la playa bajo los acantilados, y el aparcamiento en lo alto de los acantilados. Las actividades que fomentan la erosión deben evitarse. Los deportes, las actividades recreativas, el uso de todoterrenos, y los coches en la vecindad de la colonia deberían regularse.
Recientemente, el parapente se ha venido convirtiendo en un gran problema. Es necesario que se localicen zonas para realizar saltos en parapente fuera de los 12 km. de acantilado que contienen la colonia. Se debería designar una zona alternativa.
Hay muchas otras amenazas regionales para los loros como la quema de campos en las cercanías de la colonia, la caza de pájaros por deporte y para el comercio de mascotas, y también el envenenamiento de semillas y cosechas para matarlos.
La persecución de los loros barranqueros como plaga de las cosechas, junto con la captura para el comercio de mascotas, pueden fácilmente acabar con la especie. La en otro tiempo abundante cotorra de Carolina (Conuropsis carolinensis) tenía en muchos aspectos hábitos similares a los del loro barranquero, fue llevada a la extinción en la primera parte del siglo XIX.
El atractivo turìstico potencial de la colonia si bien es conocido desde hace años y es enorme, no termina de consolidarse. El municipio ha montado en los dos últimos veranos un interesante proyecto de senderismo y avistaje de ave, pero parece poco..
Conociendo el loro barranquero
El loro barranquero (Cyanoliseus patagonus) es, entre los loros neotropicales, el que vive más al sur. En Argentina se lo encuentra desde la precordillera andina en el noroeste hasta las estepas patagónicas en el sur.
La raza Cyanoliseus patagonus aparece en el centro y sudeste de la Argentina y ocasionalmente llega hasta Uruguay en el invierno.
Como en todos los de su especie, sus patas son gruesas y fuertes con dos dedos dirigidos hacia adelante y dos hacia atrás. Esa distribución les permite tomar el alimento con su pata y llevárselo a la boca para alimentarse. Los dedos prensiles es una adaptación eficaz de las aves trepadoras.
Pero por si esto no fuera suficiente, el pico, bien encorvado y ganchudo, es otra herramienta para asirse con firmeza y facilitar el desplazamiento y mantenerse en cualquier posición, incluso cabeza abajo. Son gregarios. Sus bandadas no se deshacen ni siquiera durante la época de la reproducción. Cuando hay viento fuerte, vuelan al ras del suelo, tan próximos que a veces van describiendo las sinuosidades del terreno
Antiguamente los loros barranqueros eran muy comunes en Argentina, pero ahora son sólo localmente abundantes. Esta especie ha sufrido un claro declive en su distribución desde el comienzo del siglo XIX. Los últimos datos indican que ha desaparecido de la provincia de Córdoba y del norte de la de Buenos Aires.
Este declive en diversas zonas de Argentina es debido al incremento de la persecución como plaga de cosechas, a la conversión de la pampa en campos de cultivo, y a las capturas para el comercio. Los loros barranqueros están entre los papagayos más frecuentemente vendidos en Europa.
Con la llegada del invierno, las poblaciones más australes migran hacia el norte buscando clima propicio.
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Plaga?
Siempre se ha considerado al loro barranquero como una especie dañina para los cultivos de la zona. La frontera agrícola se extiende cada vez màs y el problema se multiplica.
Hay pocas evaluaciones objetivas acerca de la incidencia que tienen los loros en el daño producido a cultivos en el Idevi, el lugar laborable màs cercano de la colonia de loros màs grande del mundo.
Un estudio llevado a cabo por Mauricio Failla, Verónica A. Seijas, Petra Quillfeldt y Juan F. Masello durante el 2004/05 consultó a màs de un centenar de productores zonales para tener en cuenta la percepciòn de estos sobre la incidencia de los loros sobre los cultivos.
De los 120 encuestados, sólo un tercio señaló haber sido afectado por el accionar de las aves en cuestiòn, y sòlo la mitad consignò descensos notables en la producciòn en tanto el resto consideró los daños como irrelevantes.
Es de destacar que la mayor parte del daño declarado corresponde a propiedades de tamaño reducido. El doce por ciento de los productores declararon utilizar alguna técnica de control y el estudio destaca que las medidas de control letales declaradas por los productores, han sido consideradas ineficaces,ocasionándole al productor una pérdida económica adicional.
Los agricultores que han utilizado métodos de control no letales, han obtenido resultados redituables económicamente, según su propia percepción,resultando estas técnicas eficaces como medidas de control. Sin embargo, los productores agropecuarios de esta región poseen escasos conocimiento de las técnicas preventivas existentes para evitar el ataquede aves a cultivos.
La incidencia cambia con el tipo de cultivos: maíz, avena, girasol, trigo, mijo, almendro y manzano, fueron afectados por loros barranqueros, durante los meses de diciembre a marzo, el daño declarado por los productores locales en las encuestas se muestra inferior al esperado si se tienen encuenta los habituales reclamos de los productores del nordeste patagónico. Del total de encuestados solamente un 16% declaró daños a causa del loro barranqueros que considero económicamente relevantes.
como mascotas
A pesar de que en la agricultura se lo considera una plaga, el barranquero es una especie muy valorada para el comercio de mascotas y están entre los psitácidos más frecuentemente vendidos en la vieja Europa. Las cuotas de las exportaciones argentinas fueron de 900 loros barranqueros en 1992-1993, 7.200 en 1993-1994, 3.600 en 1994-1995, 7.000 al año durante el periodo 1995-2002 y 7.500 desde 2003 (datos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Argentina.).
Según los datos del CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre), que figuran en la base de datos de la UNEP-WCMC (Programa de Medioambiente de la ONU-Centro de Monitorización de la Conservación Mundial), 118.035 loros barranqueros silvestres han sido exportados vivos desde Argentina durante el periodo 1980-2002, con puntos de nivel máximo de 11.532 individuos en 1989 y 10.275 en 2000. (datos de Masello)