Por Pablo Barreno, legislador provincial
La Legislatura de Río Negro es una de las pocas en el país que permaneció inactiva durante estos 50 días de cuarentena: 18 de 24 parlamentos provinciales han sesionado en el marco de las restricciones derivadas de la pandemia.
Nuestro parlamento se ha convertido, por decisión política de la gobernadora Arabela Carreras y por las resoluciones adoptadas por las autoridades legislativas de Juntos Somos Río Negro, es un esqueleto testimonial de espaldas a la sociedad. Ahora, condicionados por la opinión pública y expuestos crudamente por la realidad, los responsables reaccionan espasmódicamente. Tarde. Y siempre detrás de los problemas.
Un puñado de días atrás Alejandro Palmieri, presidente de la Legislatura, habilitó la secretaría Administrativa para recibir proyectos. Personalmente presenté 4 proyectos de Ley, la ampliación de uno existente, 3 pedidos de informes (a la Agencia de Recaudación y al Banco Patagonia por los descuentos realizados a lxs trabajadorxs) y el pedido, en conjunto con la diputada GabrielaA braham, para la apertura de la Comisión de seguimiento del Banco Patagonia como agente financiero provincial. En total, el Frente de Todos ingresó 25 ¿Saben cuántos proyecto presentó el oficialismo? Apenas 2.
Una vergüenza. Es inaceptable que uno de los poderes del Estado haya permanecido congelado en una coyuntura que requiere el máximo esfuerzo de cada uno de nosotros pero especialmente de aquelloxs que tenemos responsabilidades institucionales.
Facundo López, jefe de bloque de JSRN, relativizó la importancia de la Legislatura pues supuestamente ya se le habían “otorgado los instrumentos a la Gobernadora”. Asusta el institucionalismo estático que expresa López, que parece a contramano de un mundo que genera en tiempo real las herramientas para combatir un virus dinámico e impredecible.
Afirmar que no es necesario que la Legislatura funcione en este momento crítico da cuenta del sesgo decisionista, casi autoritario, que Juntos Somos Río Negro expresa: ellos consideran que la Provincia debe funcionar sólo con el Poder Ejecutivo. Se trata de un claro atropello institucional.
Apegarse a una doctrina reglamentarista en un momento de excepción es una postura muy cercana a la #desidia o a la negligencia. Hay que tomar el ejemplo de lo que pasa en el Congreso nacional, donde se buscaron las herramientas institucionales y técnicas que garanticen el funcionamiento de ambas cámaras.
Realmente no sorprende este tipo de prácticas o visiones que expresa el oficialismo. Todo el funcionamiento institucional en nuestra provincia está viciado desde hace mucho tiempo. La división de #poderes vive solo en la literatura política oficial.
En este preciso momento existe un desprecio muy evidente a las expresiones políticas #opositoras. Y desde esa postura se le cierran los caminos a ideas, proyectos y líneas de acción que podrían incorporarse al abordaje de una situación excepcional como la que estamos viviendo.
De crisis como la que atravesamos ahora no es posible salir siguiendo a una casta de dirigentes que se autoproclaman como poseedores de verdades indiscutibles. A esta crisis la vamos a superar si trabajamos entre todos y todas en todos los ámbitos y los campos. La Legislatura es un espacio institucional que tiene mucho para aportar.