El crecimiento exponencial del recurso turístico en la Patagonia durante los últimos años ha traìdo aparejado un sinfín de nuevos emprendimientos y pequeños desarrollos productivos para abastecer a la creciente demanda de productos regionales.
Hay cervezas de los valles andinos, dulces y frutas de los valles del río Negro y del río Chubut, está las delicias galesas de Gaiman y Dolavon, productos de mar en todas sus formas de cocción y conserva a lo largo de más de mil kilómetros de costa marítima. Hay de todo como en botica, pero el producto regional por excelencia de la Patagonia es el tejido artesanal.
Tanto el hilado manual, como el uso del telar mapuche por parte de cientos de artesanas patagónicas han impuesto el producto en toda la Argentina por sus altos estándares de calidad y originalidad. La actividad artesanal textil es desarrollada predominantemente por mujeres y las técnicas más usadas son el tejido de punto, al que le siguen el tejido en telar, tejido de red y tejidos trenzados según los daos de carácter nacional.
Para acompañar este proceso, Pablo Luis Peri, Francisco Mattenet, Marta Goyheneixes han publicado: Tintes naturales de plantas nativas, colores de la patagonia, un libro muy interesante donde enseñan a los artesanos cuales son las mejores plantas patagónicas para el teñido de la lana y como hacerlo.
Impulsado desde el Inta Santa Cruz, la publicación, busca destacar la importancia reside no tan solo en el hecho de recuperar métodos tradicionales, sino también en la posibilidad de generar fuentes de trabajo dentro de un mercado que valora la producción artesanal de prendas de calidad, seguras (que no utilizan productos nocivos) con una fuerte identidad regional y que realizan un uso sustentable de los recursos naturales.
Los autores son un Ingeniero en Recursos Naturales Renovables (Mattenet) una artesana reconocida con más de treinta años en la actividad (Goyheneixes) y un ingeniero en recursos forestales (Peri) de Santa Cruz, que amalgamaron la rica historia de la lana en la regiòn sur, su hilado, y la importancia del teñido para agregar valor al producto final.
Los autores, que consiguieron obtener más de ochenta colores de las plantas estudiadas, ponen en este libro a disposición del público en general la experiencia realizada en la obtención de tintes naturales de 18 plantas de la flora nativa, incluyendo fotografías, una breve descripción de las especies para facilitar su reconocimiento y las recomendaciones para un uso sustentable de las mismas.
El libro, bellamente editado, con una fotografía excelsa y muy didáctico, está disponible en la web de Inta en su versión digital.
Los colores
Los colores logrados son del tipo terciarios cálidos, en los que están presentes distintas proporciones de amarillo, magenta y cian. El potencial para generar prendas atractivas con el uso de estos colores puros o combinados con lanas blancas marrones o grises es muy amplio y atractivo. Resulta sencillo asociar estos colores a nuestros paisajes y vivencias en estas tierras patagónicas. Si bien se destacan colores como los violetas y los amarillos fuertes, el desafío más importante es reconocernos y volver la mirada una vez más hacia nuestra tierra, nuestras plantas y nuestros colores.
Sencilla y didácticamente, los autores se explayan sobre los métodos para la extracción del tinte, los pretratamientos que pueden ayudar a mejorar el proceso de extracción y que se utilizan en función de las características de cada una de las plantas a utilizar y dan algunos tips para el procedimiento de tinción.
Y es esto lo que más valor le da a la publicación. A partir de su lectura, cualquier artesano de la región patagónica puede conocer las técnicas de teñido, cuales son las plantas para lograr tintes, como reconocerlas, como recolectar las partes a utilizar y como combinarlas para alcanzar las distintas tonalidades.
En una región relacionada históricamente con la producción de lana, esta actividad conjuga los saberes ancestrales de un pueblo y su cultura, con el interés activo por el cuidado del ambiente y uso de la flora nativa con características únicas.
Amigable con el medio ambiente
El uso de los colores por parte del hombre es una expresión cultural en la actualidad y desde tiempos inmemorables. El color nos brinda información sobre los objetos que nos rodean y también genera en nosotros sensaciones y emociones.
Los tehuelches que habitaban esta región utilizaban el rojo, ocre, blanco y negro en pinturas que confeccionaban mezclando tierras de colores con grasa animal. Usaban estos colores en su cuerpo para protegerse de las inclemencias del tiempo y en ceremonias rituales, sobre las capas de guanaco que confeccionaban para abrigarse y para decorar el interior de su vivienda. Hasta el descubrimiento del primer colorante sintético desarrollado en 1856 en Inglaterra por William Henry Perkin, los colorantes se extraían de vegetales, minerales y animales por medio de la cocción o del contacto directo con los materiales a teñir.
La novedosa aparición de las anilinas, con sus nuevos colores, bajos costos y fáciles de utilizar, provocó que la tintorería natural cayera prácticamente en desuso. Sin embargo, estudios alertan sobre el peligro para la salud humana de los colorantes sintéticos. Por ejemplo, pigmentos artificiales de color azul como Azul de Antraquinina y Azul patentado V, entre otros tantos, han sido asociados a efectos cancerígenos, alergias y urticarias (Pino y Leod, 2014). Actualmente el mercado de los pigmentos de origen natural se encuentra en auge y no son pocos los esfuerzos que se realizan en la investigación para la mejora y descubrimiento de alternativas naturales que remplacen el uso de los colorantes sintéticos. La preocupación por la conservación del planeta y de la forma de relacionarnos con él ha promovido un cambio en los hábitos de consumo que generan un escenario favorable para la comercialización y uso de productos libres de químicos sintéticos.
Algunas plantas
Molle (Nombre científíco: Schinus marchandii Familia: Anacardiaceae) Arbol de bajo porte, perenne que puede alcanzar los 5 m de altura. El marino británico George Chaworth Musters, que en el siglo XIX cruzó la Patagonia de sur a norte en compañía de indígenas Tehuelche, menciona que estos preparaban una infusión dulce con el molle. Los tehuelches gustaban de sus frutos, también elaboraban chicha (bebida alcohólica) de sus semillas machacadas y era común que instalaran sus campamentos al refugio de estas plantas. Las espinas, largas y firmes se utilizaban para el estaqueado de los cueros destinados a curtido.
Junto con el Farolito chino esta planta se destaca ya que nos brinda la posibilidad de contar con colores en la gama del rojo claro o ladrillo. Como en la mayor parte de las leñosas se aconseja realizar el macerado de las raíces para obtener una mejor extracción del color. El agregado de bicarbonato colaboró en intensificar el color. El cobre a diferencia de lo que sucede normalmente viró el color hacia un marrón muy interesante. También el hierro brindó un color negro que torna levemente hacia un color azulado que lo hace muy atractivo.
Barba de Viejo: (Usnea barbata. Fam. Usneaceae) Se trata de un liquen (asociación entre un hongo y un organismo fotosintético) de distribución cosmopolita, que crece colgado de ramas de árboles vivos o muertos. Su aspecto parecido al del cabello de color gris o verdoso da origen a muchos nombres comunes: barba de viejo, barba de piedra o barba de fraile. Esta especie ha sido ampliamente estudiada y son fuente de antioxidantes naturales, agentes antimicrobianos y anti cancerígenos. Además, resultan muy útiles para ser usados como bioindicadores de la contaminación, ya que obtienen la mayor parte de sus nutrientes del aire y del polvo, y son muy sensibles a los cambios en el ambiente.
La barba de Viejo, nos brinda colores muy interesantes. Para esta especie, aparte de las tres tonalidades que se obtienen con los modificadores (hierro, cobre y bicarbonato), se observa un cambio en el color cuando maceramos en agua durante una semana. Es decir, con el uso directo obtenemos un color amarillo brillante y macerando logramos un color beige. Es importante resaltar que el color que se obtiene mediante el uso de cobre resulta muy parecido al que muestran estos líquenes en los bosques nativos de la cordillera.
Murtilla (Empetrum rubrum. Familia Empetraceae.): subarbusto perenne, de crecimiento achaparrado que frecuentemente forma carpetas leñosas muy densas que llegan a cubrir varios metros cuadrados de suelo. Es una especie nativa, con frutos comestibles. Los tehuelches que vivían en la provincia consumían sus frutos.
Con la murtilla logramos obtener tres colores distintos. El beige claro se obtiene con el tinte natural, uno más intenso con el uso del bicarbonato, y un gris con el agregado de hierro. El color que más llama la atención es el verde oliva algo amarillento que se obtiene utilizando el sulfato de cobre.
Paramela (Adesmia boronoides. Familia: Fabaceae) Arbusto aromático resinoso que puede alcanzar entre 0,4 y 2,0 metros de altura. Es considerada una planta medicinal y se usa desde tiempos inmemoriales para combatir la tos y el resfrío. También es utilizada para la incontinencia en infusión, para detener la diarrea, como antiinflamatorio para el dolor de huesos usada en forma de baños, como bebida refrescante, y hasta como afrodisíaco.
Esta planta permitió conseguir dos tonalidades distintas. Por un lado el tinte natural y por otro el modificado con bicarbonato, brindan colores similares en la gama de los beige, siendo este último algo más intenso. El cobre y el hierro permitieron obtener colores marrones verdosos de muy buena intensidad de color.